El hombre es curioso,
pero el hombre tiene temor de aquello que no conoce.

Aperto Torino es una iniciativa que desde su nacimiento se impuso como objetivo el ayudar a superar la natural reticencia que muchos demuestran hacia el arte haciendo hincapié en la curiosidad. Abrir los estudios turinenses dando paso a las personas de poner pie en estas realidades privadas, hasta ahora absolutamente veladas, ha sido cumplir un paso que psicológicamente es de no poco peso: por vez primera el artista ha aceptado mostrarse a sí mismo y a su propio espacio creativo, mientras para quien recorría los itinerarios propuestos se dió a lugar con un punto de vista privilegiado una discusión sobre un espacio, un contacto diferente, inmensamente más personal. ¿Quién tenía acceso a estos lugares? Pocos, los amigos, algún crítico, algún artista, pero he aquí que el visitador ocasional puede transformarse en protagonista, he aquí que el término curiosidad se llena de un significado más noble, se vuelve búsqueda de profundización, acercamiento al arte a través del hombre en lugar de las obras.

¿Homo ludens?

Ciertamente, porque el paseo cultural se despoja del aspecto severo y de las connotaciones levemente formales de la erudición para favorecer el juego de los contrastes y estimular el placer del descubrimiento. Turín se revela insospechablemente rica de espacios donde se hace arte además de lugares donde se habla de arte y de otros en donde se muestra. No dejaría de lado el aspecto de búsqueda casi sociológica que puede nacer de una observación del mapa, de la distribución de los estudios, de las tendencias de los artistas, o de estas en relación a los lugares. Las próximas ediciones contribuiran a sumar argumentos y fascinación a una iniciativa que tuvo en su primer año el éxito que se esperaba con un número de visitas que resultó interesante tanto como dato puro como leyéndolo en relación al lanzamiento de la iniciativa que podíamos aún definir de experimental.

Lo imperante.

Se afirmó en el ánimo de los participantes en la primera edición de Aperto un deseo que en el transcurso de poco tiempo asumió los rasgos de una verdadera y propia exigencia: aquella de tener algo que registrara el evento y agregara una valencia mayor a la simple agrupación de datos e imágenes. Sería bien poca cosa si esta publicación tuviese como único objetivo el concluir sobre el papel la edición 2000 de Aperto: este libro toma los cimientos de Aperto Torino, se beneficia del conjunto de artistas que han participado, incluye otros y adquiere su autonomía justamente en el querer ser repertorio, lugar donde se puede encontrar quien tiene un espacio dedicado al arte en Turín. No imágenes de obras pero si de los lugares donde trabaja quien produce las obras. He aquí nuevamente la centralidad del hombre a través de la visión de los espacios que se ha creado. La pretensión de totalidad no pertenece a esta obra mas la capacidad de ponerse en el camino y dirijirse hacia él es el fundamento: Aperto Torino es una idea que se vuelve realidad en testimonio de una ciudad en la cual existen ideas y capacidad para llevarlas a cabo.

El estudio del artista


Esta breve guía de los estudios de los artistas que operan en Turín y provincia constituye un particular viaje dentro del mundo del arte, en el corazón secreto de los estudios de los artistas. Una invitación a permanecer, conversar y conocerse según un espeso programa que por tres semanas permite al público, a admiradores, curiosos y amigos el poder traspasar el sagrado umbral del espacio creativo.
Una invitación abierta a todos para conocerse, para conocer aquel espacio de arte, aquel espacio del artista que constituye su estudio, su oficina, su orden y su desorden, su autorretrato: aquel genius loci más auténtico, donde viene cotidianamente practicada una profesión y gastada una vida por el arte.
El estudio del artista, a menudo verdadera y propia “casa de artista”, se vuelve su espacio, su lugar, donde mejor que en ninguna otra parte, el artista se propone más auténticamente, osea expresamente como observador de sí mismo, de su obra, de su incesante obrar.
La casa de artista o una parte de ella, como el estudio, tien-de siempre a traducirse en una suerte de retrato de quien la “habita”, osea constituye a menudo el mejor autorretrato del artista, quizá el más interesante, el más revelador en cuanto que introspectivo, privado ... talvez el más indiscreto.
Olga Gambari en las paginas de La Repubblica ( 3.5.2000 ) en ocasión de la primera visita a los estudios recordaba que “una vez era costumbre frecuentar los estudios de los artistas. Eran lugares donde se iba para ver y encontrar, intercambiando opiniones y discutiendo. De aquella memoria, ahora ya literaria, nació la idea de Angela Calella Benlupo: acercar la gente común a aquellas oficinas donde idea y materia se trasforman en obras de arte ...”.
Los estudios, donde los artistas viven y obran, son otras tantas invitaciones a conocer mejor los propios artistas, su personalidad, no siempre revelada en las obras.
Los estudios de los artistas son un problema historiográfico, no un problema de crónica, que la historia del arte o la crítica contemporánea a menudo olvida de revelar y que no coge como útil y necesaria a la propia biografía de los artistas.
Desde Leon Battista Alberti, quien fue el primer autor postclásico en aludir a las habitaciones, a las casas, a los estudios de los artistas, a Filippo Brunelleschi, a Francesco di Giorgio Martini y Leonardo da Vinci quienes transmitieron consideraciones de orden práctico sobre los estudios de artista: “ventana del pintor y su comodidad, cualidad de la luz. El espacio limitado de una habitación favorece la concentración espiritual del artista.”, así Serlio, Lomazzo, Vasari ... y otros teóricos e historiografos y, entre los artistas, los mismos Rubens, Rembrandt, Goya, Delacroix, Courbet, Renoir, De Chirico (y en Turín Casorati, Cremona, Paulucci, Saroni, ...) todos sintieron la fascinación del estudio del artista y dejaron de ello memoria y precioso testimonio de vida.